sábado, septiembre 17, 2005

Ajetreo previo a un 18 ( Lo nuevo, o lo de siempre).

Rico desayuno, incluyó huevos con longaniza, palta en abundancia, cereal y leche. Alejandrita, como ella dice, comió "hasta reventar", mientras la lavadora hacía o suyo, frenética y anónimamente...

Y me pica el bichito.


Pese a ser maniático del orden, los cassettes estaban bastante escondidos, por no decir menos: los desempolvo y comienzo a escuchar unas grabaciones de 1986, otras de 1987. Cantaba el suscrito junto a un sr. Alvaro Magaña (ver su blog), y de fondo una que otra musaraña adolescente del Sr. Fernando Ortiz. Increible, esos cassettes recorrieron medio Chile para volver a sonar luego de mas de un lustro de estar enterrados en un olvido propio del inframundo. 



Olvido.


Esa palabra a la que a veces tememos más que a la propia muerte. Yo diría, sin temor a equivocarme, que la humanidad , mas que temer a la muerte, le teme a lo continúa. El olvido. 


Y así el cassette empieza a sonar, con temas como Consecuentemete a la Verdad, una oda multilingue: "Si no es censurado, quedará en la goria; y si es censurado...igual quedará en la gloria". De lo que fuí en versión dueto... Absurdo para un témpano de hielo...Se que volveré a reencontrarme con estos muchachos, ya estamos metidos en este mundo del blog y con ello lo inevitable: vernos, probablemente pronto, las caras ya no cuasiadolescentes, sino propias de humanos que han comenzado a correr (Dios mío!) el segundo tiempo. Diferentes. Los mismos. Los de siempre.

Oyendo esos cassettes, uno nota como ha cambiado, como ellos seguramente también lo han hecho. Uno casi se avergüenza de tanta payasada que dice , pero un detalle se nos escapa: cuando somos lolos, jóvenes, somos mas juguetones , irreflexivos e impulsivos, sí; pero tambien mucho más candorosos, mas puros si se quiere, menos preocupados de cometer errores, de guardar las apariencias, de mostrar esa afectada urbanidad,...menos cínicos, menos conscientes de que decir y que no decir. En suma, estamos lógicamente más cerca a la niñéz, esa condición casi sagrada de limpieza, de pasar si más de la risa al llanto y viceversa. Cito palabras sabias, lo queramos o no, plenamente vigentes:



" Dejen que los niñitos vengan a mí y no traten de detenerlos, porque el Reino de Dios pertenece a los que son así". (Jesús de Nazaret)

Autor del texto: © Eduardo Waghorn H.

2 comentarios:

Fernando ortiz tapia dijo...

esos cassettes deben ser toda una obra maestra, requieren seguir añejandose, como el buen vino, para destaparlos por ahi en cualquier encuentro, en cualquier lugar.

Anónimo dijo...

Yo si me he vuelto cínico sin duda, como decía Cortázar de "cinismo en cinismo/te vas volviendo vos mismo. Hodioso Hodiseo" Rayuela Cap. 78